Opinión
Por
  • CARLOS GARCÍA MARTÍNEZ

Se llama Cultura

Una noticia reciente decía que "tendría que enseñarse a los niños a darse cuenta de las falsas noticias". El enseñador que se lo enseñare buen enseñador será. Y también, digo yo, de las falsas historias heroicas exuberantes, los falsos relatos sociales y políticos, las falsas "verdades" religiosas... los falsos... valores. Pero ¿quién podrá enseñárselo a esos niños . La asignatura no se llama religión, no se llama geografía, no se llama historia, se parece a la filosofía: se llama Cultura, con mayúsculas, y se aprende en las escuelas cívicas, en las familias cultas, leyendo lo que siembra la crítica inteligente, y en la escuela de la vida también si se tienen los ojos abiertos. Ahora tiene un ministerio para ella sola. No se trata solo de ilustración, que la cultura del campo produce personas sabias en el mundo rural, escuela y laboratorio de la vida, que relaciona la naturaleza con el trabajo y la vida diaria y enriquece las mentes, sabio cultivo, pura cultura.

A los conservadores y al clericalismo en general no les interesa la formación cultural de la gente porque abre un horizonte mental y cocinan un relato propio sobre la educación y la familia. ¡La familia!, ¡Oh, los padres... y las madres! ¿Qué recursos mentales pueden alimentar y pasar a sus hijos tantos de nuestros vecinos, embobados en programas televisivos estúpidos e incapaces de mantener un diálogo más o menos profundo No quiero ser cruel con quiénes no son culpables de nada, pero sí lamentarme de las limitaciones culturales heredadas que siguen afectando a las siguientes generaciones.

Por si fuera poca la educación controlada por la Iglesia católica, acaba de aparecer una excrecencia política y moral con esa original propuesta del "Pin Neanderthal", que tiene más asustada a la mayor asociación de escuelas católicas que al mundo laico. Lo cual no es para menos, con lo tranquilicas que estaban en las aulas públicas, con todo pagado y una asignatura propia de alto rango. Pero de eso hablaremos otro día, de momento, ante el dilema maniqueo sobre de quién son los hijos, la opinión rotunda y definitiva la machacan sin cesar algun@s en este mismo espacio: "Somos hijos de Dios". ¿Cómo lo saben Se lo contaron de pequeñitos, y vale.

P.D.- Manuel Jabols recordaba lo que contaba David Trueba de sus padres. "Eran de esa generación que no tenía cultura pero que la cultura para ellos era lo más, no el dinero. Lo valioso, lo impresionante, era la gente culta: el profesor, el doctor, el tipo que había leído y sabía hablar". "En mi familia, decía, la primera persona en tener estudios superiores se retrasó una generación: iba a ser mi madre, pero acabó siendo mi hermana pequeña..."