Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La deriva que no merecen Cataluña y España

Quim Torra ha asestado un golpe de muerte diferida a la legislatura con el anuncio de que el mandato no tiene más recorrido político y que tan sólo resta la aprobación de los presupuestos, para los que cuenta con el respaldo de los comunes, previamente a la convocatoria de nuevas elecciones. La proclamación del nuevo paso en una deriva que no merecen ni Cataluña ni España llegó sin consulta ni acuerdo alguno con ERC, y añade una incertidumbre más a las que ya asaltan a muchos españoles sobre la reunión anunciada por el presidente Sánchez con su homólogo de la Generalitat. Torra es como uno de esos juguetes que buscan permanentemente los choques, pero que se estropean y se empecina en la colisión perpetua contra la misma pared. No es razonable, con la experiencia, pensar en que se pueda apear de sus pretensiones de la convocatoria de un referéndum de autodeterminación y de la amnistía para los políticos presos. Y no hay mandatario español que pueda aceptar tan abyectas imposiciones.

La condición de MHP ha quedado devaluada con el paso del tiempo, de Pujol a Mas, de Mas a Puigdemont y de Puigdemont a Torra. El problema es que hay un retorno con esta táctica dilatoria con la que el actual presidente, difícilmente identificable con la honorabilidad, pretende entregar de nuevo los bártulos al prófugo eurodiputado. Y es que, en el camino que llevamos, quizás la reforma del Código Penal haya de encaminarse hacia el sentido común de una ciudadanía absolutamente impotente ante tan estrambótica sucesión de acontecimientos y veleidades. La reconducción de este problema, que afecta a todo el Estado, es extraordinariamente compleja. Pero la solución, sin duda, pasará por la ley, el baluarte de toda democracia.