Opinión
Por
  • CARLOS GARCÍA MARTÍNEZ

Contracultura y contravalores

Hace poco me publicó este periódico un artículo titulado "Se llama Cultura", en el que opinaba que solo con ella se pueden defender los ciudadanos de las falsas noticias, las historias exuberantes, las falsas verdades religiosas y los falsos valores. Por no abusar de la hospitalidad del director, he tenido este escrito en el congelador unos días, durante los que se ha desencadenado un aluvión de escritos en los que se invierten los términos de un posible debate sobre el tema. Podría decirse que no tiran piedras y esconden la mano, sino que tachan al agredido de acosador.

Como ejemplo de ello vamos a referirnos a sus acusaciones al Gobierno de ejercer un adoctrinamiento partidario en las aulas. Pues bien, si las únicas personas que imparten conocimientos allí son los enseñantes, y estos han tenido que superar los niveles profesionales exigidos para impartirlas, habría que saber en qué momento de sus estudios obnubilaron sus mentes para transmitir a sus alumnos consignas educativas perversas de futuros gobiernos social-comunistas, como definen algunos al actual. "Ni Lenin lo hubiera pensado mejor, pues está dentro del régimen comunista el adoctrinamiento de las personas, y se empieza, con la educación", escribe uno. Y acusan al Gobierno de totalitario. Concentrando sus ataques en la ideología desarrollan una estrategia al margen de cualquier evidencia con gran repercusión en los medios, pero es, precisamente, en la "asignatura" de religión donde se imparten ideologías dogmáticas excluyentes sobre la única verdad "verdadera" por personas seleccionadas por el poder eclesiástico.

Lo de tirar la piedra y acusar al agredido lo ilustra un escrito en uno de sus medios: "Moncloa despliega una campaña de provocación con la esperanza de que la polarización ideológica y el miedo le haga aparecer moderado frente al auge ultra. No de otro modo puede interpretarse el ataque a la educación concertada - católica, se supone-, la priorización del Ministerio de Justicia de los casos de abusos sexuales en la Iglesia o la expulsión de HazteOír del registro de asociaciones con derecho a subvención". (*) Saquen sus conclusiones y piensen, si son familia de estudiantes, si alguno de sus profesores les parece peligroso. Valores universales y contravalores dogmáticos; contracultura contra Cultura con mayúsculas. En mi próximo escrito les hablaré de sus falsas historias exuberantes.

(*) En marzo del pasado año, el BOE publicó la revocación de HazteOír como entidad de "utilidad pública" tras las campañas de la organización ultracatólica, entre ellas el autobús en el que se comparaba el feminismo con el nazismo. El Gobierno ya les había abierto un expediente por su campaña contra de los homosexuales, llevada a la fiscalía por LGTBI. Y añade la agencia que dio la noticia: "Su cercanía con formaciones como Vox se hace cada día más evidente".