Opinión
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  • MODESTO ARJONA ORTIZ

PSOE. Quién te ha visto y no te ve

Hace unos días saltaba la noticia de que el presidente de Red Eléctrica Española (REE), un exministro socialista, va a dimitir por cuestiones personales. Conocíamos también que la razón no es económica porque su sueldo anual supera el medio millón de euros, algo en verdad escandaloso y obsceno, máxime en un cargo público de un partido que se llama Socialista y Obrero. EL PSOE tal vez sea el partido del arco parlamentario que con menos disimulo ha practicado el vergonzoso espectáculo de las puertas giratorias, circunstancia normal pues uno de sus mejores exponentes es el mítico, venido a menos y cada vez más irreconocible Felipe González.

Pero no es solo esa costumbre, tan criticada como practicada por toda la clase política, lo que está deteriorando enormemente la imagen del PSOE; más si cabe lo hacen las declaraciones de históricos dirigentes como Guerra, Rodríguez Ibarra, Corcuera, Leguina… hasta llegar a los actuales Susana Díaz, Rodríguez Ibarra, García-Page, Rodríguez Vara y el inefable Javier Lambán… siendo común denominador de sus manifestaciones el patriotismo centralista, la arrogancia no se sabe muy bien a cuento de qué, la rigidez ideológica y la falta de creatividad y de recursos para afrontar los grandes retos que tiene planteados hoy en día la sociedad española.

Es indudable y justo reconocer que el PSOE jugó un papel clave en la Transición y que sus aportaciones a la modernización de España han sido muy importantes, pero lo que tampoco ofrece dudas es que, salvo la política en derechos sociales de Zapatero y la valiente apuesta de Pedro Sánchez al conformar el primer gobierno de coalición progresista en España, el PSOE es hoy en día un partido que tiene más pasado que futuro, que representa una socialdemocracia decadente y sin músculo intelectual para interpretar la cambiante realidad de la sociedad española y que ha delegado sus esencias progresistas a su lazarillo político.

Cuando acabe, esperemos que tarde y bien, esta ilusionante pero incierta aventura en la que nos han embarcado Pedro, Pablo, Beti y Vilma, este partido necesita como el comer un par de legislaturas en la oposición para volver a darle sentido a unas siglas que, excepción hecha del españolismo irredento, cada vez están menos representadas y más traicionadas.