Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Asperger, abrir las puertas

Todos tenemos nuestro mundo interior. Elsa Cortés, una joven con síndrome de Asperger, clausuró inopinadamente -en una decisión a última hora poniendo a prueba la capacidad de improvisación de esta estudiante de Matemáticas llena de proyectos y con un libro ya a sus espaldas- la jornada del Día Internacional en el Casino Azul de Huesca. Previamente, Carlos Toquero, otro muchacho con el mismo trastorno, se congratuló por la fortuna de haber sido diagnosticado muy pronto de TEA en Huesca, uno de los primeros, y por la oportunidad que esta circunstancia y su propio devenir vital le ha conferido de abrir puertas a otros. Es programador y busca empleo... como tantos jóvenes, aunque con barreras añadidas. Igualmente, Alexandra Herrero, con sólo 14 años y ya autora literaria en la expresión de su experiencia vital, exhibió la precisión lingüística que caracteriza a quienes se encuadran en Asperger para disociar las oportunidades que se abren cuando se detectan las barreras a tiempo respecto a las dificultades cuando la percepción se demora en la diacronía natural.

Este síndrome constituye la evidencia de la complejidad en la búsqueda de respuestas ante necesidades que surgen de forma precipitada por la propia certeza científica y terapéutica de que nos hallamos ante una nueva realidad. Mientras se profundiza en su conocimiento, que es fundamental, la sociedad debe ser consciente de que un trastorno de esta naturaleza requiere empatía porque, en el impresionante espectro de la diversidad que el planeta nos ha concedido, hemos de ser capaces de concebir las fortalezas a la par que las debilidades de unos grupos que no sólo demandan respeto, sino acompañamiento y apoyo para que, como todos, localicen los cauces con los que realizar su gran aportación a la sociedad.