Opinión
Por
  • José Escuer Cazador

Carta abierta de una persona jubilada a los partidos políticos

No estamos pidiendo nada que no sea ya nuestro. Todo lo que veis a vuestro alrededor lo hicimos nosotros. Levantamos un país que venía de una dictadura, tuvimos que estar curando heridas que no cicatrizaban, pero encontramos una manera de convivir con ellas.

Ayudamos a nuestros padres hasta el fin de sus días. No había ayudas, eran las hijas e hijos los que tiraban del carro. Sacamos adelante a nuestras familias con muchos niños y pocos medios.

Trabajando de sol a sol en pueblos y ciudades, construimos la España que hoy gobernáis vosotros, como si fuera solo vuestra.

Llevasteis a nuestros hijos e hijas a una crisis económica que nosotros hemos mitigado, acarreando con nuestros nietos, compartiendo macarrones, tejiendo familia para que no se desmoronaran en su desesperación.

No tenéis derecho a pedirnos más sacrificios, queremos tener lo que nos corresponde: una pensión que nos permita vivir dignamente.

Señores y señoras diputados, pónganse a trabajar como hicimos nosotros y resuelvan sus problemas, revisen todos los sueldos y pensiones vitalicias, sus viajes, sus dietas, sus asesores, sus contratos añadidos en las comisiones y reduzcan gastos empezando por ustedes.

No salgan a la calle ahora en las manifestaciones, para hacer propaganda electoral; no utilicen el Congreso como si se tratara de un circo, de una comedia chabacana, insultos, descalificaciones y chistes malos, porque no nos hace ninguna gracia ver qué tono agresivo, de rabia contenida, utilizan en sus debates. Se puede decir lo mismo con educación y guardando la compostura.

Deben demostrar que son personas dignas de la confianza que les hemos depositado, y si no lo hacen se encontrarán con sus padres y madres en la calle; se les tendría que caer la cara de vergüenza.

Somos una generación de personas luchadoras, no van a poder callarnos la boca. Sería tremendo que tengamos que ser nosotros los que tengamos que coger el toro por los cuernos.

Demuestren todos, con hechos, que miran por este colectivo de jubilados y déjennos vivir dignamente, a estas alturas de nuestra vida.

Somos muchos y muchas los indignados y ofendidos: ¡que se nos escuche nuestra voz!