Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Una mesa sin buen provecho

Buen provecho es una fórmula de cortesía en la mesa que implica los mejores deseos de que el resultado gastronómico sea saludable y placentero. En los encuentros de negocios, se añade el factor del interés en todos los sentidos del término, para que sea fructífero. La de diálogo que ayer se cerró con el compromiso de adquirir periodicidad mensual ha provocado en muchos españoles tal inquietud -cuando no indisimulado rechazo- que difícilmente acabará con una sensación de saciedad y de bienestar. De saciedad porque una parte, la de los independentistas catalanes, no conoce los límites en su pretensión creciente de marcar distancias respecto a España en general y al resto de comunidades en particular. Sobre el país porque pensar en una conversión paulina que incorpore una renuncia a su voluntad separatista es de una mezcla de ingenuidad, ceguera y ventajismo por parte de quien, en representación del Gobierno, ha aceptado unas condiciones de bilateralidad en sí mismas enojosas para las demás regiones. Sobre éstas, porque a nadie se le oculta que, en unas arcas que no tienen el poder de la multiplicación, toda adición y hasta multiplicación de recursos para el interlocutor catalán supondrá una merma en el reparto del pastel total. Y las incertidumbres, además, se disparan por la seguridad de que en esa mesa impuesta por ERC se están disputando las opciones electorales y, con ellas, las opciones del secesionismo.

El Gobierno de Pedro Sánchez se juega, sobre el tapete, una gran dosis de su credibilidad, y lo hace ante unos compañeros de mesa cuya lealtad respecto al país que representa está fuera de toda duda... en sentido negativo. El apaciguamiento no puede ser sumisión ni renuncia a los principios del Estado de Derecho, el cumplimiento de la ley y la igualdad.