Opinión
Por
  • ÁGNEL ARGUEDAS CANTANERO

Carnaval de Yéqueda

Llega el Carnaval, la mejor época para mi pueblo; ya que nuestros dirigentes se mueven como pez en el agua. Les sirve el disfraz que llevan puesto durante todo el año. Pero resulta que les conocemos, no por lo que lleven puesto, sino por sus acciones (éstas no las podemos considerar muy festivas).

Su disfraz favorito es el de "superhéroe", convertidos en los salvavidas del pueblo. A veces, no se dan cuenta y llevan el disfraz de "Rompetechos", dando bandazos sin saber lo que hacen y confundiéndose en sus acciones. En otras ocasiones eligen a "Pepe Gotera y Otilio" haciendo su papel de tapaparches. Los problemas hay que tomarlos de raíz y no solo aportar sus soluciones momentáneas y muchas veces poco favorecedoras a los intereses del pueblo y sus ciudadanos.

Otros se visten de "Juan Palomo": lo que yo necesito lo necesita el pueblo, si hay que cambiar alguna ordenanza, se cambia y ya está.

El disfraz que a algunos les gusta es "El hombre invisible", si lo necesitas, no está, no lo ves, no aparece.

Otras veces el que mejor se adapta en otras situaciones es el de "monologuista". Con su acepción más ajustada: monólogo, sólo hablo yo.

Algunos se disfrazan de Groucho Marx, y adoptan algunas de sus ilustres frases: "Estos son mis principios. Si lo les gusta, tengo otros".

Por una parte, hay que celebrar su comportamiento como hombres neoclásicos, su lema escogido del Despotismo Ilustrado. "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo", ahí lo dejo...

Yo no me quiero quedar atrás; y también tengo mi disfraz de "Cipotegato" o eso se creen estas personalidades, pensando que ellos son los únicos que pueden "golpear".

La única diferencia entre un gran Carnaval y nuestro Carnaval es que en cualquier Carnaval la diversión es para toda la gente, aquí solo disfrutan algunos, otros seguimos sufriendo lo que su diversión depara.

Termina el carnaval y comienza la Cuaresma, momento de recogimiento y de reflexión. Pero estos pasan directamente al domingo de Resurrección. Parecían muertos, pero resucitan y de nuevo a la palestra a disfrutar de su cargo y recrearse en sus acciones. Para ellos todo es posible y es la palabra única. Para esto son los "dioses" del pueblo.