Opinión
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  • Diario del Altoaragón

De crisis sanitaria a marasmo global

La experiencia dicta que, cuando un interlocutor pronuncia más de cuatro veces la palabra "tranquilo", es razonable el temblor de piernas y el vuelo de las inquietudes. La humildad hubiera requerido prudencia, pero, a cambio, en determinados ámbitos sanitarios y habida cuenta que en España hay 17 portavoces, 17 gabinetes de crisis y 17 sistemas que no necesariamente se adaptan al nacional, se han adelantado equívocas verdades apodícticas que apenas dejaban paso al recomendable reconocimiento de que el coronavirus 19 era un gran desconocido cuyo comportamiento es difícilmente explicable y cuya evolución es impredecible. Si bien podemos aceptar que la letalidad es baja (aunque Italia asusta tanto como la trayectoria de los dos últimos días de España), la certeza con la que se aseguraba que la transmisibilidad también era escasa se ha desplomado por completo. Y, sin embargo, hay que apelar a la serenidad, a las medidas profilácticas y a la confianza en los profesionales de la salud y de la ciencia con los que hemos de colaborar porque se han ganado la credibilidad sobradamente.

Para evitar, en cualquier caso, expectativas sobredimensionadas, necesitamos una información que se enfoque por su rigor a una ciudadanía madura, capacitada para entender la dificultad, para formarse en los mejores hábitos y para no verse sorprendida. Esta es una crisis sanitaria heredada de China que se ha extendido en una real globalización hacia un marasmo que incumbe a la vida de las ciudades y de las comunidades, que cierra centros educativos y auspicia restricciones en los residenciales, que desploma las bolsas, que pone el candado a acontecimientos deportivos y, sin embargo, incoherentemente permite grandes concentraciones. El orden y la disciplina han de invadir nuestro modo de vida hasta ver el sol.