Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Vivir del campo con dignidad

Cientos de tractores, miles de personas ocuparon ayer parte del trazado urbano de Zaragoza convocados por las organizaciones agrarias ante la delicada situación que atraviesa el sector y las amenazas que se ciernen. Aunque las comparaciones no necesariamente reconduzcan a la repetición de escenarios pretéritos, lo cierto es que asomaban ayer a los recuerdos las movilizaciones de principios de la Transición, cuando la España que pugnaba por sacar la cabeza hacia la modernidad adquiría una especie de complejo injusto porque apoyar a los agricultores no era conductualmente "sexy", porque sonaba retrógrado cuando no reaccionario una actividad que, sin embargo, cumplía escrupulosa y abnegadamente su papel de llenar la despensa para los ciudadanos. En lugar de las carreteras, la acción se congregó ayer en la urbe, con una llamada de atención desde el medio rural y los profesionales que lo sostienen.

Paradójicamente, hemos asistido a un decreto sobre la ley de la cadena alimentaria y contra la venta a pérdidas, y también en la previa a la concentración de ayer al respaldo primero del PP y después del PSOE, que se sumaron a la arenga del vicepresidente Iglesias hace semanas en las que aseguraba que compartía las inquietudes del campo. En una mera aplicación de la lógica, con ese apoyo, las peticiones de los agricultores debieran ser atendidas sin ningún problema para conseguir unos precios más adecuados, una contención de los costes sobre los que influyen también los impuestos y una defensa de las aportaciones de la PAC. Y, sin embargo, desconfían porque, expertos meteorólogos que son, saben que el viento se lleva las palabras y la lluvia diluye las promesas, y que necesitan estrategia, agua e igualdad de oportunidades para su sacra misión de darnos de comer.