Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Observar, actuar y aprender

Una de las habilidades que ha de poseer el buen líder es la curiosidad, que es la herramienta desde la que observar para posteriormente actuar. La crisis del coronavirus ha dejado en evidencia a los países que han sido perezosos en el estudio periférico (si a China o Italia en este mundo se les puede considerar así) y han tardado en adquirir consciencia de los riesgos de una pandemia. También a una institución como la Organización Mundial de la Salud, y en general a las sociedades occidentales que han constatado que pueden pasar de la desidia al pánico ante los estímulos de la comunicación errática de gobiernos. En esas condiciones, dimensionar una afección sanitaria generalizada de estas características se convierte en una misión casi imposible, a menos que se establezca como condición indispensable el rigor.

El Gobierno de España, ante la evolución de los acontecimientos, ha decidido pasar a la acción con dotación de recursos para proteger la actividad sanitaria, para atender las necesidades sociales, para reforzar el tejido productivo y para intentar detener la amenaza cierta del socavón económico. Más allá de las presumibles incoherencias en las que sin duda nuestro país ha incurrido en unos tiempos preciosos para afrontar la amenaza, el COVID19 debiera ser un aldabonazo para aplicar los mejores medios a la investigación y a los servicios de la salud (colapsarlos es una barbaridad), establecer un debate sobre un modelo de gestión que no debiera disociar entre los ciudadanos de unas y otras comunidades, profundizar en protocolos inflexibles y eficientes ante futuros peligros y arraigar una educación combativa con la molicie, exigente y responsable. Una prevención desde visiones estratégicas que eliminen la natural querencia a replicar tarde y que nos unan en lo esencial.