Opinión
Por
  • MARÍA PILAR CLIMENTE

Una tarde inolvidable

Ayer pasé una tarde inolvidable junto a los ancianos/as de la residencia de Chimillas. Fue un juego el introducirlos con gestos alegres. Les ponías un sombrero, les cogías las manos endurecidas y con callos incluso había mujeres que seguían el ritmo. Parecía que estábamos preparando una fiesta porque seducían con sus ojos entrañables, cálidos y llenos de ternura entre todas las personas que allí nos encontrábamos.

Al irme del pueblo me encantaron los grandes campos verdes de terreno.

Hoy no he empezado bien el día y he tenido tensión en mi corazón pasando a un estado depresivo, ansioso por dejar mi trabajo y quedarme aquí, en el estudio de dibujo soportando mi baja autoestima y mi desprecio hacia mí misma, hacia mi cuerpo y mente. Me voy relajando mirando los árboles del Hospital Provincial y escuchando la radio.

Espero que este momento sea de poca duración. Me puedo animar, como ayer, pero hoy no valgo nada anímicamente.

Ahora voy a pintar un rato y me olvido de mis tristezas y nostalgias.