Opinión
Por
  • CARLOS LAHORA ARÁN

Hoy he recuperado la fe...

...En mis compatriotas. Una terrible pandemia bajo la forma de un virus muy activo, identificado científicamente como COVID-19, ha obligado al Gobierno de España a promulgar un Decreto declarando el Estado de Alarma en todo el País. Esta declaración conlleva, entre otras medidas, el confinamiento de todos los ciudadanos en sus casas y, cosa asombrosa, la ciudadanía ha seguido disciplinadamente las directrices del Gobierno.

Y, en mi opinión, no ha sido por miedo, que también, sino principalmente porque en la conciencia colectiva ha primado el sentido de la responsabilidad, responsabilidad hacia los abuelos, responsabilidad por los hijos, y responsabilidad hacia el prójimo; y los ciudadanos han comprendido que la principal, aunque no única, forma de lucha contra la pandemia es el aislamiento individual, de tal forma que, aún sospechando un saludable estado sanitario, la simple desconfianza de ser portador pasivo del virus nos inclina a mantener una prudente distancia en el trato, evitar los efusivos abrazos, o lateralizar el apretón de manos sustituyéndolo por, a veces, cómicos rozamientos entre los respectivos codos.

Y es triste, aunque admirable, contemplar las calles vacías de gente, las carreteras liberadas de coches y los aeropuertos devolviendo a los turistas a sus hogares. Pero, desgraciadamente, esta anómala situación también conlleva una drástica disminución de la actividad social, no solamente deportiva, sino lo que es más preocupante, de la gestión económica, lo que conllevará, y no hace falta ser economista para vaticinarlo, una rotunda crisis financiera, con pérdida de puestos de trabajo y caída de la productividad nacional.

Pero, observando el fantástico comportamiento inicial de la ciudadanía en estos primeros días de confinamiento, es de esperar que a la hora de la recuperación social, el colectivo ciudadano dará cumplida respuesta a la demanda que la nación impondrá para la rápida reposición de los recursos perdidos.

Hasta entonces, ciudadanos, mantengamos la paciencia en lo presente y la fe en el futuro.

Amén.