Opinión
Por
  • JUAN CARLOS PASCUAL NAVARRO

El dichoso Coronavirus Covid-19

Hace casi un mes, cuando empezó el problema de las infecciones por coronavirus Covid-19, sin pretender ser un "profeta", le expliqué a muchos de mis amigos y conocidos lo que pensaba que podría llegar a suceder, y visto está que no andaba desencaminado.

Esta misma reflexión empecé a escribirla entonces, pero al final desistí pensando que algunas personas podrían acusarme de meterme donde no debía. Y por ello decidí romper esta carta que ahora he vuelto a redactar.

Cuando oía en televisión que se trataba de un virus "desconocido", "nuevo", pese a ser de la familia de los coronavirus, me hacia principalmente dos preguntas, para mí, FUNDAMENTALES: 1. ¿Qué periodo de incubación tiene este virus? 2. ¿Desde qué día, desde que está infectada una persona, puede contagiar el coronavirus a otra persona?

Preguntas que nadie sabía responder, ni parecía interesar a los políticos, ni a los estamentos médicos encargados de prevenir estas situaciones, y custodiar nuestra salud pública. Los responsables de velar por la salud de nuestra sociedad. Quienes creo que deberían de asumir alguna responsabilidad, bien a nivel nacional o internacional, por tratarse de un problema global.

Respecto de la primera pregunta, si no sabemos si el periodo de incubación es de 2 días o de 15 días, el problema se agrava, pues no sabemos durante qué días una persona infectada puede contagiar a otras personas. Máxime en este mundo tan globalizado, en el que no paramos de movernos y de entrar en continuo contacto unos con otros. Véase por ejemplo los viajes en autobuses, aviones, trenes, etc.

La segunda pregunta es igualmente crucial, pues si una persona ya pudiese contagiar desde el primer día en que está infectada, cuanto más largo fuese el periodo de incubación, más tiempo tendría para ir infectando a todas las personas con las que entrase en un contacto estrecho.

Pese a ello, nadie entró a debatir sobre estas cuestiones fundamentales, o al menos yo no lo vi en ninguno de los medios de comunicación, por lo que entiendo que de hacerse no se hizo con la intensidad e importancia que tenía. Quizás si la comunidad científica se hubiese centrado desde el primer contagio en resolver estas cuestiones, ahora tendríamos una información esencial para evitar este problema de salud pública que tenemos en muchísimos países.

Por otro lado, cuando empecé a oír las cosas de cómo se iba extendiendo el virus en los distintitos países, los afectados, los curados, los fallecidos, y ya se vio que no era el famoso "ébola", al que tanto terror tuvimos por su letalidad, y por el bombo que en su momento se le dio, pensé que quizás en esta ocasión no pecaríamos de tanta sobreinformación como en aquel momento.

Pero pese a no ser el famoso ébola, llevamos todo el día oyendo a todas horas, casi a cada minuto, los nuevos casos, los muertos, los ingresados, … Y enviando incontables noticias falsas por WhatsApp y el resto de redes sociales, recomendaciones carentes de cualquier tipo de lógica.

La información es ESENCIAL, pero la SOBREINFORMACIÓN puede ser más perjudicial y contagiosa que el propio virus. Incluso la Organización Mundial de la Salud habla ya de "INFODEMIA", la pandemia de la "infoxicación", como enfermedad real generada por un exceso de información, que estamos transformando en una pandemia mundial.

No es de extrañar este exceso perjudicial de información, pues visto está que no hacemos caso a la Organización Mundial de la Salud, tan siquiera cuando nos indica que NO recomienda el uso de mascarillas, ni de guantes, a las personas asintomáticas, y pese a ello, vemos todos los días personas con mascarilla por la calle. Personas que muy probablemente no saben ponérselas adecuadamente, ni usarlas, ni quitárselas como corresponde, ampliando los riesgos de contagio al llevarlas, y desabasteciendo al personal del sistema sanitario de salud y a los afectados por la enfermedad, que son quienes sí deben llevarlas.

Siempre he pensado que, si esta información recurrente se diera en las epidemias gripales estacionales de España, y consiguiéramos con ello que la población siguiera las pautas de higiene de manos, la conciencia para no transmitir el virus cuando se tienen síntomas, y SOBRE TODO, consiguiéramos que se vacunase la totalidad de la población de riesgo, ya que actualmente se vacuna escasamente la mitad de ella, salvaríamos la vida a varios miles de personas cada año, y otras muchas no necesitarían ingresos hospitalarios, muchos en UCI - Unidad de Cuidados Intensivos.

Debemos tener en cuenta que sólo en España podemos llegar a tener, en los cinco o seis meses que dura la epidemia de la gripe, del orden de 500.000 afectados, en años relativamente buenos como el último, hasta 2.500 personas que requieren ingreso en la UCI, y más de 6.300 personas fallecidas. Pero la gente no se vacuna, ni tan siquiera la población de riesgo, y eso que no podemos olvidar que representan el 90% de los que fallecen a causa de la gripe.

Con todo esto es con lo que deben pelear mis colegas del Hospital San Jorge y de los distintos Centros de Salud de la provincia, a quienes quiero mandar un aplauso y mostrar toda mi admiración por todo lo que están haciendo por todos nosotros, en estos días, y todos los días del año.

JUAN CARLOS PASCUAL NAVARRO

Médico pediatra jubilado