Las empresas, en la vanguardia de la emergencia
Cuando Peter Drucker profetizó hace más de seis décadas sobre la importancia de que las empresas devolvieran a la sociedad una parte de lo que ella les ha entregado, no podía imaginar que fueran capaces de llegar más allá incluso, y expusieran incluso su viabilidad cuando hubiera que despojarse para salvar a sus países y a la humanidad en un estado de alarma como el que estamos viviendo. Queda desmontada, desde luego, la frivolidad de Milton Friedman de pretender generalizar la filosofía de que no hay más responsabilidad en las compañías que aumentar sus ganancias, una visión simplista por su maximalismo, aunque obviamente a todas las comunidades nos va bien cuando su tejido productivo es próspero. Siempre repercute en riqueza y empleo, que son dos bases sustantivas del bienestar.
La llegada ayer de los cientos de miles de mascarillas de la empresa de Amancio Ortega a Zaragoza, la fabricación desde la Zona Franca de Barcelona de cien respiradores diarios que va a liberar a muchos pacientes de ser "seleccionados" en base a su esperanza de vida o la impresionante labor de Julio Luzán, secundado en sus esfuerzos por su entorno empresarial de confianza -amplio y solidario, superando con su talento y entrega las leyes del sentido común y casi de la física al producir cuarenta mil protecciones diarias, se añaden a un llamamiento casi generalizado de organizaciones patronales para suplir las carencias que las instituciones no pueden cubrir, sin entrar en disquisiciones a este respecto. Los españoles debemos ser conscientes y agradecer el papel del empresariado como líder, como vanguardia en una emergencia arrolladora en la que se requiere coraje, audacia y generosidad, que son atributos de quien decide arriesgar por el bien común. Gratitud eterna.
Diario del AltoAragón