Opinión
Por
  • GERARDO CASTILLO CEBALLOS

Coronavirus: héroes insospechados que surgen de la adversidad

Vivimos en una sociedad huérfana de héroes, en la que el heroísmo está dejando de ser considerado como un valor y una referencia para una vida honesta. Thomas Carlyle se lamenta de la desaparición del culto a los héroes: «La nuestra es una sociedad que niega la existencia de los grandes hombres, y ni siquiera aspira a que los haya».

La sociedad se fundó sobre el culto a los héroes. La verdadera historia del mundo es la biografía de los grandes hombres y mujeres; con su ejemplo de sacrificio y auto-superación nos invitan a crecernos ante las dificultades.

El olvido de los héroes está ocasionando un vacío interior en quienes se encuentran en la edad de los grandes ideales (los jóvenes). Ello provoca un descenso en su nivel de aspiración, dejando así abierto el camino para conformarse con los antihéroes que están de moda. Por el contrario, la lectura de biografías de grandes héroes suele suscitar admiración por su rebeldía positiva en función de valores. Los mismos adolescentes que se aburren oyendo charlas teóricas sobre virtudes humanas, suelen emocionarse cuando descubren esas virtudes encarnadas en algún héroe.

El profesor Juan Luis Lorda subraya que el cumplimento del deber en situaciones de extrema dificultad tiene un valor ejemplarizante que es decisivo en la educación de los jóvenes: "Hay circunstancias en la vida donde la dignidad humana puede exigir grandes sacrificios; es decir, heroísmo. A veces, el deber nos lleva a afrontar el dolor y la muerte antes que ceder a lo que es indigno de un hombre. (.). La historia de todas las culturas está llena de gestos ejemplares de hombres que han sabido sacrificar lo personal ante deberes que consideraban más altos: por el bien de su patria, por el amor de sus padres, de su cónyuge o de sus hijos, por amistad. (.). Son hechos admirables que despiertan el deseo de imitarlos. Han servido en todas las culturas como pautas para la educación de la juventud".

Muchos héroes se forjaron en la adversidad, creciéndose ante dificultades-reto que les invitan a dar lo mejor de sí mismos. García de Leániz, afirma que "se dejaron hacer por la hostilidad», y pone como ejemplo a muchos hombres anónimos que en la primera Guerra Mundial se revelaron en el frente como grandes soldados: «La adversidad máxima del campo de batalla estimulaba un fondo de heroísmo que ellos mismos desconocían. Eran héroes sorprendidos de su heroísmo». Esa actitud la tuvieron algunas personas durante el hundimiento del Titanic.

La noche del 14 de abril de 1912, el barco chocó contra un iceberg, y mientras se hundía, en medio del pánico la orquesta empezó a tocar. La música fue un bálsamo de consuelo al que muchos pasajeros se aferraron.

El choque con el iceberg se produjo a las 23:40h de la noche, y la orquesta seguía tocando a la 1:15, cuando la inclinación del barco era ya totalmente inestable. A las 2:10, ya sin luz en cubierta, ni botes salvavidas, ni esperanza alguna de sobrevivir, el director de la orquesta, liberó a los músicos, pero ellos siguieron tocando hasta el momento en el que el barco se hundió. Según el testimonio de una superviviente, Mary Hilda Slater, la última canción que interpretaron fue "Nearer, My God, to Thee". (más cerca, mi Dios, de Tí).

Los músicos no fueron los únicos héroes. A ellos se sumaron algunos pasajeros que cedieron su bote a otra personas.

Cuando se cumple el centenario del hundimiento del Titanic nos llega la pandemia mundial del coronavirus. Muchas personas están reaccionando con el mismo altruismo, valentía y solidaridad que los pasajeros del barco. Ellas exponen sus vidas para salvar las de los demás. Me refiero a los profesionales sanitarios, farmacéuticos, periodistas, taxistas, panaderos, repartidores, policías, militares, empleados de supermercados, etc.

Los voluntarios merecen un capítulo aparte. Algunos dan conciertos caseros de balcón a balcón y se ofrecen desinteresadamente para cuidar niños que están solos. Otros se ofrecen a personas mayores, que viven solas y están imposibilitadas, para hacerles la compra. Todo esto está ocurriendo en una sociedad con fama de insolidaria, Una vez más surgen héroes estimulados por la adversidad, para dar lo mejor de sí mismos de forma incondicional.

Espero que esa actitud se generalice y mantenga cuando el coronavirus sea derrotado por la ciencia unida a las muchas rogativas que se están haciendo, porque la raíz y la solución del mal trasciende lo humano. Y sin olvidar que cada día existen motivos para vivir la solidaridad y el altruismo en muchas cosas pequeñas, por ejemplo sonreír al triste o al que nos incomoda y escuchar a quien se le rehúye por ser pesado.

Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra