Opinión
Por
  • MERCEDES NASARRE RAMÓN/ PSIQUIATRA

¿Qué es eso de rezar?

En realidad la oración es ese tiempo para abrir el corazón y ponerle palabras. Y es que, como dice el dicho, en los hospitales y en las trincheras tanto las doctrinas como el ateísmo no cuentan. El corazón llora. Pero a los intelectuales les avergüenza la devoción, no les gusta entrar en esa desnudez. Es normal, porque sentir la fragilidad y postrarse como una criatura ante el MISTERIO no tiene nada que ver con la reflexión. Sin embargo, el ser humano es un enigma, cualquiera que lo pensara en profundidad se daría cuenta. Además, el cerebro no ama y delibera al mismo tiempo.

Nadie negaría que la gente que está en oración tiene una experiencia del amor. Un materialista y reduccionista diría que simplemente es una experiencia sin referente externo y que es ridículo y propio de personas débiles. Y me pregunto: ¿Es que hay alguien que no sea necesitado de amor y por tanto débil ¿No estamos viendo en esta pandemia que todos somos frágiles, humanos e iguales Tristeza, enfado, soledad, enfermedad, pérdida, muerte, forman parte de la vida. La verdadera pregunta que se plantea en la oración no es cómo evitarlo sino cómo aceptarlo. E incluso cómo amarlo. No porque la redención se dé por el dolor, en absoluto, es justamente al revés. Es el dolor el que puede ser redimido, por fuerte que sea.

Ahora necesitamos llorar en la oración para fluir, para sentir esa energía profunda que nos abre a lo inexpresable. No es la oración ingenua, no es la oración llena de imágenes teológicas. No. Tampoco es la oración occidental post moderna y mágica. Hablo de esa oración en la que uno se abre hasta quebrarse, en la que ya no hay vergüenza sino pequeñez, en la que hay esperanza porque cuando uno pide realmente recibe.

Para los que no creen la oración es el acto de amor más extraño. El amigo invisible, el amante distante, el dios que no responde. Y sin embargo, este acto llena de gozo el corazón. Es en el anhelo de Dios cuando se siente a Dios. Es esa sed que es saciada en ese momento.

Kant hablaba des los límites de la razón. Hegel del misterio del Ser. Y es desde este desconocimiento que la racionalidad se hace a un lado, porque el amor tiene vocación de infinito.