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  • Diario del Altoaragón

Hay que levantar el freno a los ayuntamientos

Los Ayuntamientos han padecido en los últimos lustros una terrible paradoja: siendo en términos generales el escalón más saneado de la administración, la permisividad de déficit ha sido cero e incluso se le ha negado la utilización de remanentes por más que las necesidades fueran trascendentales para sus vecinos. En los niveles institucionales superiores, sin embargo, se definían holguras dentro de la disciplina fiscal, que habitualmente eran incumplidas.

Hoy, la gestión local queda definida ya por la exigencia de responder a la compleja realidad de la emergencia sanitaria y de sus terribles consecuencias para las ciudades y muy especialmente para las zonas más castigadas del medio rural. Por eso la Federación Aragonesa de Municipios, Comarcas y Provincias ha demandado la posibilidad de que estas entidades adopten las medidas económicas y fiscales que contribuyan a mantener y reforzar la prestación de sus servicios y la elevación de las infraestructuras imprescindibles para cubrir las carencias de carácter social. La cercanía al administrado, que requiere atención y soluciones, imperativamente va unida a la disponibilidad de todas las herramientas, incluido si menester fuere el aplazamiento de tributos o las carencias en los cobros de determinadas prestaciones públicas.

Atendiendo al refranero, que dicta que sabe más el loco en la casa propia que el cuerdo en la ajena, el calendario de 2020 exige la adaptación a unas circunstancias terribles en las que la rigidez es la peor consejera y conduce inequívocamente hacia el fracaso como fórmula. Por tanto, desde los gobiernos han de comprender que los ayuntamientos han de ser habilitados para servir a sus ciudadanos, para dinamizar su economía y asegurar su real sostenibilidad.

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