El talento es definido como una especial capacidad intelectual o una aptitud que una persona tiene, o bien, para aprender las cosas con enorme facilidad, o bien, para desarrollar con mucha habilidad una actividad determinada.

Por ello, no es para nada casual que desde los más remotos tiempos de la humanidad, las organizaciones empresariales en general hayan tenido un extraordinario interés por ir en su busca y captura, al igual que por los capitales y por las nuevas tecnologías.

El verdadero problema, no obstante, no ha sido tanto el hecho de encontrar gente que disponga de el, sino -tras reconocerlo, primeramente- el hecho de saber activarlo correctamente con posterioridad, ya que resulta bastante común no saber desarrollarlo o activarlo apropiadamente en multitud de ocasiones.

Y es que, ya que suele emerger de tanto en cuanto en interacciones entre personas inteligentes, que son capaces de ver cualquier tipo de problema con perspectivas diferentes -por muy enrevesado que sea- bien debe desplegarse necesariamente una óptima gestión al objeto de que no resulte desperdiciado.