Opinión
Por
  • MARÍA DE LAS MERCEDES PUYUELO SIMELIO

Después de un mes de confinamiento

Nadie pensábamos que esta Semana Santa iba a ser diferente, pues sí lo ha sido.

Las personas en las casas añorando las procesiones, los tambores, el bullicio y la alegría que da al unirse las familias para pasar esos días, que siendo de pena y tristeza pues se conmemora la Pasión de Jesús, se utilizan para convivir, hacer excursiones o buscar otros parajes para descansar del trasiego diario.

Desde pequeños estos días "santos", se viven con intensidad pues las personas que pertenecen a Cofradías, procesionan con sus pasos recordando escenas del sufrimiento de nuestro Jesús. Algunas, lo sienten y es un orgullo participar, otras menos creyentes lo hacen por tradición o por curiosidad pero muchas salen esto siempre es bueno que, durante unas horas vayan por las calles con tambor o sin él con recogimiento, reflexión y pensando... que de otra manera no sería posible.

Las familias hemos asistido a los Oficios desde los medios de comunicación, teniendo la oportunidad de estar cerca del Papa asistiendo a sus cerebraciones, que de otra manera hubiéramos participado en las Iglesias de nuestra ciudad. Podíamos reflexionar, profundizar, vivir estos misterios y mejorar nuestras conductas, aunque si en dichas familias existían niños, era más complicado. Ellos emocionados de tener a sus padres, pero ¡claro! en ese momento ya no lo entendían - más aún para su desarrollo integral necesitan el sol, la naturaleza, la convivencia con sus iguales…. - estando cansados de permanecer en un entorno relativamente pequeño y no jugar con sus amigos.

Los profesionales que trabajan cuidándonos están fatigados y sacando todas sus fuerzas conviviendo con la vida y la muerte, preocupados por su salud y las de los suyos ya que las medidas de seguridad no se han puesto desde el principio y han hecho que mucho de ellos fallecieran. Estos son los que, en primera persona, han seguido los pasos del sufrimiento y muerte del Señor, pero sobre todo hay que recordar que, para todos, Jesucristo ha resucitado y por eso estamos esperanzados.