Opinión
Por
  • TEÓFILO MARCO

Injurias contra...

¿Hasta cuándo, Catalina, has de abusar de nuestra paciencia? Con estas palabras Cierón expresaba su criterio de que Catalina abusaba de la paciencia del pueblo romano al abrumarle con sus violentas diatribas, sus discursos o escritos violentos, conteniendo injurias contra personas o cosas.

Las injurias contra personas o cosas profanas, religiosas, siempre las ha habido y las hay hoy también. Hay gente que en las redes sociales injurian, que al decir de un pensador es una calumnia abreviada, a la Iglesia, a imágenes religiosas, a personas con fe. Y ante ello, la Iglesia, la persona religiosa, hace lo que aconseja don Ramón y Cajal en su libro Charlas de Café: "De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio." Y cuando alguien se mofa de una imagen religiosa, un santo por ejemplo, aquí viene (al decir popular) como anillo al dedo, lo que el emperador romano Constantino dijo a sus cortesanos, cuando estos le aconsejaban vengarse de los seguidores del hereje Arrio, que por no hacerse de ellos, estos furiosos rompieron sus estatuas. Les dijo así: "No me siento en absoluto herido; tentándose en las manos, la cabeza y la cara, esbozando una dulce sonrisa." Cosa cierta. Y así deben de hacer los santos? Y también es cosa cierta que, en la isla Martinica, en su capital el Viernes Santo del año 1902 se blasfemó de Dios de una manera horrenda. En una plaza pública para hacer befa de la muerte de Jesucristo se crucificó a un cerdo y simulando ceremonias eclesiásticas se le dio solemne sepultura. Querían ve si resucitaba por Pascua. Al poco tiempo empezó a humear el Mont-Pelée, que desde el año 1851 estaba en reposo. Catorce días después, el 8 de mayo de 1902, se desencadenó una erupción espantosa. La ciudad fue completamente aniquilada sepultada por el fuego y la lava ardiente, lo relataron los periódicos. Por mi parte sin comentarios...