Opinión
Por
  • COSME CASTÁN CAMPO

Ánimo y salud para todos

Unos malos días los que nos toca vivir, muy dolorosos, tristes y llenos de incertidumbre. Los de mi generación, nacidos de 1940 a 1960, nos sentíamos privilegiados de haber transcurrido nuestra andadura por la vida sin haber sufrido acontecimientos graves para el ser humano. De no ser las lógicas consecuencias, de hambruna y epidemias que conlleva una posguerra, que sufrimos en la niñez.

Algo que te trae a la memoria ese dicho que reza: "La procesión no termina hasta que pasa el último cura".

Con este panorama que tenemos hoy en el mundo es difícil pensar en positivo, mas hay que hacerlo y sacar lo mejor de nosotros para ayudar a que no caigamos en un desánimo general, nada beneficioso ante la adversidad de este brutal y maligno virus, el que para erradicarlo habrá que afrontar con unión, ánimo y mucho coraje.

Este grave revés a la humanidad en general y por ende a las generaciones señaladas, a Manola y a mí nos ha llegado en nuestra recta final de la vida, lo cual la hace más dolorosa, no por ser nosotros víctimas más vulnerables para contagiarnos de este virus, sino más por dejar a nuestros hijos y nietos inmersos en un futuro incierto de vida.

Si algo hay de positivo en esta situación, es saber que habrá un antes y un después de este covid- 19, el más grave acontecimiento vivido por el ser humano hoy nacido.

En el después debemos fundar nuestra esperanza, a partir de haber dado con la fórmula para erradicarlo. Cambiará muy sensiblemente la escala de valores en el ser humano, al percibirnos de lo que realmente es importante. La pena es que para tener que corregir errores estemos pagando tan alto precio.

Dentro de este incierto y pavoroso panorama, yo aún sigo sintiéndome privilegiado. Al tener una gran familia donde por supuesto además de la nuestra, incluimos a toda la gente de bien, y amigos, que nos ofrecen cariño, consuelo, mucha fuerza y esperanza. De todos nos sentimos orgullosos.

Orgullo que se acrecienta al comprobar que los renovados valores que se previene llegarán tras la pandemia, ya los atesoráis todos vosotros.

Más notoriamente, los/as que trabajan en colectivos ya sea en sanidad, seguridad, transportes, alimentación, venta y reposición de alimentos, desinfección, recogida de basuras, etc.

Para que podamos quedarnos en casa confinados, es mucha gente la que tiene que trabajar para nosotros poder hacerlo, aun a riesgo del contagio y de sus vidas, dado que las profesiones, vocacionales o no a las que se dedican, están estrechamente relacionadas con el servicio a la sociedad, algo que es muy loable y que en este momento solo podemos pagarles con un aplauso e infinita gratitud a su labor.

Un trabajo el de todos estos colectivos entroncado totalmente con la filantropía - tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada, incluso a costa del interés propio -. Lo hacen de una forma muy hermosa tal como la filantropía dice: con caridad, humanidad, piedad, beneficencia, generosidad y civismo.

Es algo que yo siempre he admirado en las personas dedicadas a procurar el bien para el ser humano. Una admiración que hoy la tenemos mezclada con el temor, ya que nuestros hijos, Raquel como sanitaria y Cosme en químicas, están ejerciendo además de su profesión la citada filantropía, en sus profesiones, la salud Raquel y los productos químicos para desinfección Cosme.

Por esto que la admiración a todos estos profesionales nosotros le añadimos junto al pesar mucho orgullo y esperanza para que este mal sueño termine cuanto antes. Ruego para que todos estos Ángeles que nos custodian y guardan en nuestro confinamiento terminen pronto con estas jornadas tan crueles que vive la humanidad, para poder abrazarlos y agradecerles su labor humanitaria. Un fuerte abrazo para todos. Ánimo y Salud.