Opinión
Por
  • ANTONIO NADAL PERÍA

Fases y fotos

Pedro Sánchez presentó el martes pasado el plan de desescalada en cuatro fases, un plan con la fórmula 0-1-2-3, seguido de una "nueva normalidad" que será poco normal, y que no ha gustado, en general, ni a tirios ni a troyanos. Javier Lambán ha rechazado el plan del presidente de Gobierno pero ha dicho que lo aplicará por lealtad. Por lealtad y porque no puede hacer otra cosa. Es cierto que pequeños y medianos locales, entre ellos bares y restaurantes, tendrán que hacer muchos números antes de decidir si merece la pena abrir en alguna de esas cuatro fases porque limitar el aforo al 30% de su capacidad y tomar una serie de prevenciones puede convertirse en una fuente de pérdidas, que añadidas al tiempo transcurrido de cierre haga inviable el negocio. Los lugares de culto, templos y mezquitas, podrán abrir en la fase 1 ( a partir del 11 de mayo) con limitación del 30% de aforo y a partir del 25 de mayo con una ocupación del 50%. Nos encontramos aún en una situación en la que no podemos hacer acto de presencia en muchos lugares y hay quien ha tomado medidas paliativas, como el párroco de la iglesia de San Miguel, que decidió pedir el pasado Domingo de Ramos a los niños y a sus familias una fotografía con su ramo o una estampa familiar. Posteriormente, como informa la prensa, imprimió las fotos y las colocó en los bancos, una forma de estar sin estar. Lo malo es que en la mayoría de establecimientos no es eficaz recurrir a esa estrategia. Colocar las fotos de clientes asiduos en cines, teatros, exposiciones y conciertos mientras se proyecta una película, se representa una obra, expone un artista o actúa una orquesta no sirve para mantener vivo el negocio, a no ser que las sesiones estuviesen financiadas por esos clientes o por el ministerio de Cultura, recurso que me parece que a nadie se le ha ocurrido. ¿Qué fuerza representativa tiene la foto de alguien A pesar de la modernidad, aún hay personas supersticiosas que creen que la fotografía roba el alma y por eso se niegan a ser fotografiadas. Para las personas mayores que colocan en lugares preferentes de sus casas fotos antiguas y actuales de la familia significan mucho, a menudo es la única compañía con la que cuentan. Una compañía que no es física, pero al menos es una ilusión de cercanía. La nostalgia, el pasado, es el mejor alimento de muchas personas que viven en soledad.