Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

La innegociable tarea del empleo

Volver la oración por pasiva y vanagloriarse por la gran capacidad protectora del Estado de los desempleados no es una solución sino coyuntural, de urgencia y defensiva. Las últimas estadísticas que apuntan que cada cotizante soporta con sus aportaciones casi a dos personas responde no sólo a una terrible situación de emergencia, sino también a un problema estructural que azota a nuestra economía, que avanza en la creación de puestos de trabajo a pasitos y retrocede cuando surgen las crisis a una velocidad inquietante. Ahora la razón ha sido sanitaria, en 2008 fue el hundimiento de los mercados financieros y del ladrillo, pero el caso es que nuestro cuerpo laboral tiene la mandíbula de cristal y, cuando recibe vitaminas, apenas derrocha robustez.

Las lecturas autocomplacientes y las visiones catastróficas contribuyen a partes iguales a cegar la visión de las soluciones. Por supuesto que el confinamiento y el hundimiento del consumo y de la inversión van a conducir a un desplome de la actividad, esto es, de la capacidad de generación de riqueza y de creación de empleo. Pero la resiliencia imprescindible pasa por la búsqueda de soluciones que inyecten liquidez en las empresas, resistencia de los pequeños empresarios, herramientas a los autónomos, flexibilidad en el marco normativo y estímulos para el consumo de manera que se complete un círculo virtuoso. Las cifras de abril han retrocedido tres años en tan sólo un mes, exactamente igual que las ventas de automóviles de esos treinta días apenas han sumado lo que se matricula en una jornada en temporada normal. Hay que escuchar a los agentes del diálogo económico y social, fundamentalmente a los empresarios, y ejecutar de verdad ese plan de reconstrucción que, con la incomunicación política, es complejo. Pero obligado.

Diario del AltoAragón