Opinión
Por
  • ANTONIO NADAL PERÍA

¿Censura sanitaria?

Desaparecida la censura moral e ideológica de antaño, ¿regresará la censura, esta vez censura sanitaria, al cine, al teatro y a otros espectáculos Si los censores de la etapa franquista eran curas, militares y afines al Régimen, ¿los censores de ahora tendrían que ser sanitarios? ¿Deberán someterse los guiones de las nuevas películas a censura sanitaria previa? No imagino al ministro Salvador Illa y al médico epidemiólogo Fernando Simón formando parte de un Comité de Censura. Los guionistas se verán obligados a suprimir besos, abrazos, escenas de cama, roces, peleas y proximidad de menos de metro y medio o dos metros entre los actores, condiciones que dificultarán mucho la puesta en escena. Si antaño se cortaba un beso que se colaba en alguna película intentando burlar a la censura, a partir de ahora, y cualquiera sabe hasta cuándo, el beso y otras efusiones amorosas simplemente no existirán. Si dos amantes salen en la cama, será en camas individuales, separadas por dos metros de distancia. Ni hablar de grabar cine porno, a no ser en forma clandestina. Lo veo más complicado en series de televisión que quedaron suspendidas y en las que los protagonistas se besaban a menudo. El guionista tendrá que esforzarse en convencer al espectador de que los amantes de antes siguen siéndolo sin demostraciones amorosas, sin besarse ni acariciarse. En historias nuevas para el cine, el guion ya tendrá que contar previamente con esa falta de cercanía. Dicen que cuando abran las salas de cine y de teatro el aforo estará limitado, como en las terrazas de los bares. También he leído que en los bares no se podrá ir al baño; si sucede lo mismo con los cines, ni a uno ni a otro lugar asistiré mientras exista esa restricción. No es posible aguantarse las ganas de ir al baño tras beber unas cervezas en una terraza o tras ver una película de dos o tres horas en una sala. La literatura no tendrá problema alguno para ofrecer historias amorosas porque las imágenes que provoca la lectura no están sometidas a censura. En la pantalla de un cine o sobre un escenario teatral no será posible un acto amoroso por la obligación de mantener distancias físicas, mientras que sobre un papel sólo se sugiere y el pensamiento es libre de imaginar, no se contagia por un virus. Si el virus atacase a zonas cerebrales que elaboran el pensamiento, sería más terrible todavía la situación.