Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Las fugas que ninguna empresa soportaría

Cientos de miles de equipos de protección procedentes de Turquía han salido defectuosos al gobierno británico. Ya saben que en España nuestro refranero reza aquello de "mal de muchos..." Bien es cierto que no estamos para bromas, pero las grietas de las administraciones gubernamentales de los países con una gestión más controvertida de la crisis del coronavirus vuelven los ojos a las analogías con la empresa privada. ¿Imaginan ustedes el futuro de un jefe de compras al que le cuelan varias expediciones defectuosas? ¿Conciben el porvenir en la estructura de quien realiza las prescripciones técnicas en caso de que tampoco sean las acertadas? Si al personal de la compañía le empiezan a asaltar todos los males, ¿de qué color le pintan la cara a los responsables de prevención de riesgos en la hipótesis de que no haya dotado de los materiales precisos a pesar de ser alertado por el correspondiente comité habilitado de acuerdo con la ley? ¿Qué ocurre con el departamento de estadística si procesa los datos sistemáticamente con errores? ¿Y con el de análisis de mercados? ¿Qué destino le espera al de márquetin si la marca se ve resentida? ¿Y si la comunicación es errática y suscita desconcierto y desconfianza? ¿Cuál es el escenaro si perdemos no sólo la credibilidad, sino el ingenio y los recursos para penetrar en el cerebro emocional del cliente? ¿Alguien puede concitar una esperanza en el área de prospectiva que ha de diseñar los planes de futuro? En esa tormenta perfecta, la cúpula directiva sentiría el "aliento del toro".

Si todo se suma, el resquicio de luz está en reconocer los fallos, el desaprendizaje y la reinvención... si el tiempo de oportunidades no ha pasado. Pues eso. Podemos consolarnos británicamente, pero la cura es la humildad y la escucha a los mejores para salir del marasmo. Los ejemplares ciudadanos lo merecen.

Diario del AltoAragón