Opinión
Por
  • IGNACIO ALMUDÉVAR BERCERO

Agradecimiento sin límites

A punto de cerrar uno de los episodios más difíciles de mi vida, deseo compartir con los lectores, muchos de ellos amigos, otros siempre respetados, las lecciones que me ha entregado una experiencia que marcará para siempre mis vivencias.

El 14 de marzo percibí los primeros síntomas de un proceso febril que se extendió a lo largo de nueve días que combatí con paracetamol, habida cuenta que los teléfonos habilitados por el Salud no contestaban y no podía recibir respuestas ni indicaciones. Entiendo que les había llegado un huracán que les pilló desprevenidos. El día 23, mi mujer y mi hija contactaron con el centro de salud y una ambulancia me llevó al hospital. De la planta pasé en apenas un par de jornadas a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde he permanecido 35 días, veinte de ellos intubado, con respiración artificial y sedado. Hoy, en vísperas de volver a casa, puedo escribir esta carta gracias al estado físico, a esos "jueves al sol" en la sierra y la buena forma física.

No encuentro palabras para agradecer el trabajo y la profesionalidad de quienes me han atendido día y noche en la uci. Yo le llamo la Unidad de Cuidados y Cariños Intensivos. Son un equipo de diez, de excelencia. Personas maravillosas que ponen en riesgo su vida por nosotros, añadiendo al conocimiento y habilidad un corazón que palpita humanidad. Cuando llegué a la planta, estuve en las manos de los fisioterapeutas, de las cuidadoras, de las enfermeras y de la doctora Teresa Omiste. Increíbles. Todos ellos se merecen las flores que broten en todo el universo.

Estoy emocionado por el apoyo social. Sé que muchos amigos habéis sufrido y habéis temido lo peor. Es una felicidad descubrir vuestro afecto. Habéis sido mis vitaminas y mi fuerza, empezando por mi mujer, Paz, y mi hija, Belén, mis padres, mi suegra y toda la familia. Pero también el Foro Huesca Excelente, la Federación de Polígonos, San Úrbez y el Club Rotario.

Como los últimos serán los primeros, en mi evangelio particular cierro este capítulo con mis 55 compañeros de Agropal, admirables en el servicio a nuestros clientes, esforzados al máximo incluso en condiciones adversas y que habéis sabido empujar del carro hasta un crecimiento milagroso en mi ausencia.

Esto es un antes y un después para mí, que me hace reflexionar. Nunca seremos lo que fuimos, es como el río de Heráclito pero acelerado por esta amenaza. Y, sin embargo, tenemos que retornar a nuestros viejos valores, los que nos enseñaron nuestros antepasados. Hablamos mucho de la responsabilidad social empresarial, pero hay que aportar la responsabilidad individual para no quedar sometidos a otro peligro como éste que se ha llevado demasiadas vidas.

Y los gobernantes tienen que aprender del comportamiento estoico de la sociedad y heroico de tantos profesionales, que les debiera hacer meditar para evitar el espectáculo de desunión que en nada ayuda al desarrollo de una ciudadanía, la española, que merece mucho más.