Opinión
Por
  • VENANCIO RODRÍGUEZ SANZ

Bondad en las cenizas

Hoy ha venido a mi barbería un señor desarrapado. Con aspecto de estar triste y preocupado. Le pedí que se sentara en el sillón. Le pregunté como quería que le cortara el pelo. Me lo dijo. Y en silencio se lo empecé a cortar. Mientras iba realizando mi trabajo, pensaba: "Le hablo o dejo que él hable primero". Permanecimos en silencio los dos por largo tiempo y en un momento dado, el señor empezó a hablar. Me dijo que se había quedado sin trabajo. Me dijo que casi no tenía para comer. Me dijo que, en el confinamiento, se pasaba las horas muertas mirando al techo de su habitación. Me dijo que hacía días que no hablaba con nadie. Me dijo que hacía tiempo que su mujer lo había abandonado. En fin, me dijo muchas cosas que no puedo repetir aquí. Y yo lo dejé decir. Y yo lo dejé desahogarse. Y yo lo dejé que volcara su dolor en mí. Cuando terminé mi trabajo, le dije que le regalaba el servicio. Él me dijo que no, por favor, que muchas gracias. Me dijo que yo también tendría muchos problemas. Me pagó y me dejó una propina. Cuando se fue, por largo tiempo me quedé pensando: "Nunca he recibido tantas propinas como en estos días por gente tan derrotada. En verdad os digo que, hay gente buena en el mundo".