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Cuando bebas agua, recuerda la fuente

Reza un proverbio oriental que, cuando bebas agua, recuerda la fuente. Nos hemos acostumbrado tanto a analizar las estadísticas en función de altas y bajas que olvidamos detenernos en el detalle, que paradójicamente está junto a nosotros, en nuestras casas, en las de nuestro portal, en la de nuestra calle. Esos sanitarios con cara y ojos que han soportado unas fatigosas jornadas de semanas y semanas en las que las inquietudes de todos y las incertidumbres de los gobernantes eran un caudal de riesgos en el ejercicio de su profesión. Y, sin embargo, acudían con más provisión de pathos, de empatía, que de logos, de lógica, ahuyentada toda racionalidad de cubrir los trabajos con los recursos imprescindibles y seguros. Una entrega cuya magnanimidad impedirá la medida justa del reconocimiento al que se han hecho acreedores.

La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes, escribió el cubano José Martí. Ayer, Ignacio Almudévar, presidente de los Polígonos de Huesca, y José María Sarraseca, de Avanza, salían entre aplausos de una larguísima lucha contra el virus, y se fundieron en un abrazo. El coro de palmas que tronaban era, paradójicamente, de las cuidadoras que, durante semanas, habían cincelado la obra de arte de sostener y de elevar el cuerpo y el ánimo de estos y de muchísimos otros pacientes. Por eso, uno de los gestos más simbólicos del video que ayer recorría Huesca fue la entrega de un ramo de flores colectivo porque no las hay suficientes en el reino vegetal para expresar la avenida de sentimientos por su fértil labor. Sentenciaba Quevedo que el agradecimiento es la parte principal del hombre de bien. Y pronunciar la fórmula mágica, "Gracias", cumple la milagrosa dualidad de la gratuidad y de su gran valor.

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