Opinión
Por
  • RAMÓN RALLUY

¿Se terminó una época?

La terrible pandemia que está masacrando el mundo marcará un antes y un después en nuestros comportamientos y en nuestra forma de vida social y cívica.

O cambia el mundo o puede desaparecer la humanidad tal como la percibimos hoy en día.

Las incongruencias políticas, la falta de sensatez, la poca altura de miras, el victimismo manipulador y los desacuerdos priorizando nimiedades, dejando en el aire lo más importante y esencial es preocupante.

La vanidad, el orgullo y la prepotencia dan prioridad al capitalismo más agresivo, antes que a la salud de las personas y del planeta en general.

El coronavirus lo venceremos, no cabe duda a costa de grandes sacrificios en vidas humanas en el estado del bienestar y en la forma de vivir.

Hay que pensar que para esta pandemia y para otras que pueden llegar, no saldremos victoriosos si no nos comprometemos con el medio ambiente, que puede ser el acelerador de transmisiones actuales y futuras.

Producir alimentos ecológicos -ya se están implantando- y la crianza de animales de consumo al aire libre, sería un gran paso en la vida natural, creando una alimentación sana, responsable y saludable. No es buena compañera de la humanidad, la química vertida a la atmósfera, a través de los motores de combustión produciendo gases contaminantes. Tampoco favorecen nada los antibióticos excesivos empleados en la ganadería extensiva, con el tiempo pueden no ser eficaces teniendo que superarse las dosis.

Los productos fitosanitarios y el masivo empleo de ellos no dejan de ser peligrosos, si no se manipulan con precaución y responsabilidad, así como la cantidad de aditivos añadidos en conservas animales y vegetales siendo soportes de una máquina demasiado acelerada para que en cierto espacio de tiempo se quiebre y salte por los aires.

Desgraciadamente, hay una enfermedad que supera los fallecidos por el coronavirus y puede tener mucho que ver con lo expuesto anteriormente. El cáncer hace verdaderos estragos en la población de todas las edades y aunque afortunadamente hay una curación bastante significativa, cada vez más hay casos nuevos. Un mundo renovado, rectificando los grandes errores cometidos sería la pauta a seguir para vivir con más salud y por supuesto con más felicidad.

Los oídos sordos y la miopía de mandatarios que no quieren escuchar lo que alertan los científicos y ven la mayoría de la gente, no puede pasar desapercibido y hay que unirse para salvar el mundo actual y futuro.

La tierra necesita limpieza atmosférica, saneamiento de ríos y mares y la mente cuerda en nuestros comportamientos.