Opinión
Por
  • ANTONIO LASHERAS

Ciencia y prudencia

Estas dos palabras podrían ser parte de la solución, a la maldición del coronavirus.

Al ser una enfermedad contagiosa, será de vital importancia unir los esfuerzos de la investigación, con la prudencia de las personas. Sean jóvenes o mayores, estén trabajando o en paro, sean hombres o mujeres.

EE. UU., Alemania y Japón compiten con el máximo esfuerzo y celeridad para dar con ese fármaco que nos devuelva la paz y la convivencia normalizada.

Jamás en la historia de los últimos cien años, la investigación ha sido tan espoleada y acelerada como en nuestros días.

La urgencia de salvar vidas, en estos momentos es prioritaria. En muchas ocasiones hemos comentado, la fe es creer en lo que no se ve. No vemos lo que hacen los laboratorios punteros de todo el mundo, pero tenemos fe en la seguridad que están trabajando a destajo.

La prudencia la estamos viendo cada día, y no siempre con una actitud responsable, en la vida es tan importante no hacer daño como no recibirlo.

Las medidas de protección para muchas personas no existen, ni para ellas, ni para el daño ajeno. Nunca nos deberíamos de cansar de decir: "mi libertad termina donde empieza la de los demás".

En todas las facetas de la vida, la prudencia ha sido la madre de la ciencia.

Deberíamos estar agradecidos eternamente a la ciencia, por los esfuerzos que realizan sin descanso con el fin de atajar definitivamente al virus.

Pero esta triste realidad necesita hoy y no mañana, de nuestra sensatez y humildad para corregir la tendencia anómala. No vivimos solos, y protegernos es proteger a los demás. Esta batalla la ganaremos, pero no a corto plazo y para ganar la guerra habremos de sortear muchos obstáculos que nos llevaran al éxito final con el trabajo incesante de la ciencia y la prudencia de las personas de bien...