Opinión
Por
  • FERMÍN BOCOS

Un pacto que avergüenza

El pasado miércoles, en vísperas de la votación de la quinta prórroga del estado de alarma pese a que el PSOE había pactado el apoyo de Ciudadanos Pedro Sánchez llegó a temer que éste partido -cuarteado por el abandono de algunos de sus dirigentes- pudiera cambiar en el último momento el sentido de su voto y le entró el pánico. No se iba a votar una moción de confianza que caso de perderla le habría obligado a dimitir, pero dada su concepción cesarista del poder, una derrota habría significado una humillación insoportable. Por eso decidió cruzar una línea roja -otra similar a la del pacto con Podemos que le iba a quitar el sueño- y encargó a la portavoz del Grupo Parlamentario Socialista (Adriana Lastra) que pactara con Bildu, los herederos de Batasuna. Da idea de su falta de escrúpulos que a cambio del apoyo en una votación parlamentaria de un grupo que solo tiene cinco diputados haya pactado nada menos que la derogación de la ley de la reforma laboral. Ley de la que entre otras cuestiones depende el mantenimiento de los ERTE que mantienen en hibernación cerca tres millones y medio puestos de trabajo a la espera de evitar que se conviertan ERE con los inevitables despidos. Eso en el plano político, porque en términos morales la cuestión se torna definitivamente incalificable sí pensamos que esta misma semana matones del mundo "abertzale" han escrachado a Idoia Mendía, secretaria general del PSE-EE manchando con pintura roja la puerta de su domicilio.

Conocida su trayectoria política sabemos que Pedro Sánchez no se detiene ante nada cuando cree que está en peligro su único objetivo: mantenerse en el poder. Para él carece de importancia entrar en contradicción con sus propias palabras. Si dijo cinco veces que el PSOE nunca, nunca, pactaría con Bildu pero acaba haciéndolo y, lógicamente, se lo reprochan, eso a él, no le preocupa. Ya escampará. Tiene el poder-otra cosa es la autoridad moral- y lo defenderá si llega el caso a costa de traicionar sus propias palabras. Que la intervención de la vicepresidenta y ministra de Economía Nadia Calviño haya podido paralizar -de momento- el acuerdo firmado entre el PSOE, Bildu y Podemos, no debería ocultar la gravedad del hecho porque otro de los impulsores de este pacto que avergüenza es Pablo Iglesias que está también en el Gobierno y tiene la llave de La Moncloa.