El lunes 11 de mayo, comenzó una semana inimaginable. Esa mañana comencé a notar un gran dolor en el costado derecho. Tanto mi madre como yo pensamos en lo mismo: otro neumotórax. Un joven de 17 años alto y delgado, como yo, es propenso a sufrirlos. Esto se confirmó en el hospital Santiago. Como un reloj todo se volvía a repetir, hace un año fui ingresado 4 veces en un mes y finalmente el 9 de mayo fui intervenido del pulmón izquierdo.

Esta vez iría más rápido. El martes, el neumólogo me mandó al hospital Montecanal. Allí me realizaron las pruebas del Covid y preoperatorio, ya que el viernes iba a ser intervenido. No temía la operación, sino el duro postoperatorio. El viernes estaba nervioso, pero la seguridad que me trasmitieron los sanitarios supo calmarme. La recuperación fue dura y rápida, el domingo tras quitarme el tubo con drenaje me dieron el alta hospitalaria. Ahora estoy en casa en reposo.

Quiero transmitir mi agradecimiento a todos los sanitarios. En primer lugar al doctor Ordóñez, mi cirujano, un auténtico profesional. En las dos intervenciones he podido aprender de él, me ha demostrado que tiene una gran vocación profesional, que se ve reflejado en su paciencia, sacrificio y amabilidad. Si en un futuro me dedico a esta tan bonita profesión, será para mí un ejemplo a seguir.

También quiero darle las gracias al doctor Senar, doctor Ruiz, doctor Arnal, al celador Jorge y a todos los enfermeros, auxiliares de enfermería y trabajadores de limpieza de los hospitales Montecanal y Santiago. Su labor es dura, y debe seguir siendo reconocida una vez que esta pandemia termine.