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  • Diario del Altoaragón

Miren a los ojos a los ciudadanos y prometan lealtad

Si algo nos enseñó la recesión abierta en 2008 es que la coyuntura acabó siendo estructura y, en realidad, dejó de haber crisis porque lo que hay es lo que es. En aquellos años, la confluencia de factores económicos fue demoledora. En la nueva etapa de la pandemia, a las inquietudes previas porque se avecinaba la ralentización, se han agregado en desplome todas las circunstancias más adversas que imaginarse puedan, desde la obligación a suspender una gran parte de la actividad empresarial hasta la reclusión en los hogares de los consumidores, sometidos a condiciones tan estrictas las compañías y los ciudadanos que el efecto secuencial es pernicioso al máximo.

Desde hoy, en fase 2, necesitamos dirigentes rigurosos, que no nos cuenten lo que queremos oír sino que dibujen precisamente el panorama, conscientes como somos de que las certezas brillan por su ausencia en el ámbito sanitario y toda estrategia queda condicionada a la lucha efectiva contra el virus. Y, sin embargo, aun sabiendo que habrá que rectificar rumbos, hace falta un plan, mucha prudencia y mucha audacia. No incurrir en el voluntarismo de los anuncios (Francia nos sacó ayer los colores de nuestras contradicciones en materia turística) y apostar más por el estudio y la reflexión para desembocar en la acción. No es hora de los soñadores, sino de los hacedores, como espeta John C. Maxwell, pero siempre escuchando y aglutinando esfuerzos. Y esta progresiva normalización ha de venir acompañada también de una mirada firme y sincera de las autoridades (todas, gobiernos y oposiciones) a los ojos de los ciudadanos, para jurar y prometer lealtad a los españoles, honradez y el abandono de todo tipo de banderías y ventajismos cuando lo que nos estamos jugando es, ni más ni menos, el bienestar herido de todos.

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