Opinión
Por
  • CARLOS GARCÍA MARTÍNEZ

Sin complejos, como les dijo Aznar

Cuando Isabel Díaz Ayuso tomó posesión de la presidencia de la Comunidad de Madrid repetía lo que hicieron durante casi un cuarto de siglo otros representantes de su partido: A saber: Gallardón, Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes, quizá la menos beneficiada, al dimitir, la pobre, finalmente, por haber olvidado pasar por caja en una tienda. A recordar los historiales de los demás y el "Tamayazo". Durante esos decenios han sido competencia de las comunidades los asuntos sociales, entre ellos las residencias de mayores, y la sanidad, con demasiados centros de gestión privada en Madrid y sin las limitaciones presupuestarias de la sanidad pública. Sin los casos madrileños España no ocuparía el lugar que ocupa en las estadísticas del desarrollo del Coronavirus19D, nombre cuya "D", según dijo Ayuso en su momento, indicaba el mes en que ya se conocía la gravedad de la pandemia, lo que supondría mayor responsabilidad del Gobierno por tardar tanto (*). Tan ignorante y tan tramposa parece que un vicepresidente de una comunidad en manos populares ha dicho que hacía trampas hasta en los solitarios. Despreocupado de tales antecedentes, Casado, sin complejos, vio en la imagen de la nueva presidenta una especie de mascarón de proa de su corsaria nave; una muñeca de aspecto virginal que, como son tan católicos, les convenía. Ahora, convertida ¡ay! en Mater Dolorosa, Casado se mantiene lejos.

Ayuso, cuando su jefe se pegaba a ella, desplegaba una enorme actividad propagandística envenenando a una sociedad necesitada de acuerdos. A día de hoy, mientras los suyos repiten sus ofensas al presidente y se piensan otras maldades, el alboroto de su próspera clientela llama a la revuelta en las calles tratando de crear un ambiente guerra-civilista en medio del estado de alarma. Estamos en Europa; piensen en el riesgo, económico y político, que podría suponer estar fuera, porque es el mismo odio.

En un próximo escrito trataré de delimitar la parte codiciosa e insolidaria de la alta burguesía y el respeto y apoyo que se merecen los ricos trabajadores y solidarios, porque trabajadores somos "casi" todos y buena parte solidarios.