Opinión
Por
  • JAVIER OLIVERA PUEYO (MÉDICO PSIQUIATRA)

En memoria de Manuel Sarasa Barrio

No conocí en profundidad a Manuel Sarasa, al menos no como me hubiese gustado. Lo saludé en varias ocasiones, compartí mesa con él y tuve la suerte de escucharlo en diferentes foros. Recuerdo que hablábamos mucho de él con el Dr. Galindo, con el Dr. Pelegrín y con el Dr. Sergio Benabarre. Nosotros nos hemos dedicado siempre a la asistencia clínica con especial interés en las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer, así como el resto de demencias, y a los cuidadores que los acompañan. Siempre que organizábamos un encuentro local, autonómico, nacional... tuvimos la respuesta positiva de Manuel Sarasa. Siempre despertó en nosotros admiración y respeto. Escucharlo suponía acercarse a las investigaciones del más alto nivel en la dura batalla contra la enfermedad de Alzheimer. Admirábamos sus conocimientos de la genética y de la anatomía patológica de esta terrible enfermedad, pero también despertaba en nosotros un profundo respeto y un enorme reconocimiento personal porque conocemos lo difícil que es investigar en esta tierra, árida y dura, seca, fría. Ayer hablaba con uno de estos colegas sobre el olvido, y casi hasta desprecio, al que hemos sometido a Santiago Ramón y Cajal en su propio origen. Curiosamente Cajal correteaba por las calles de Ayerbe, donde nació también Manuel Sarasa. Tener la valentía de implicarse en un proyecto de investigación sobre una de las enfermedades más complejas y más desagradecidas de toda la medicina habla de la grandeza de nuestro paisano. Hace más de veinte años que los mejores investigadores en neurociencias de todo el mundo intentan descubrir una "vacuna" que pueda prevenir el desarrollo o el agravamiento de la enfermedad de Alzheimer. El Profesor Sarasa estaba entre uno de ellos. Estoy seguro que sintió la soledad del investigador, estoy seguro que pasó apuros de todo tipo, estoy seguro que sacó fuerzas cuándo uno cree que ya tiene poco dónde buscar. Nosotros te admiramos Manuel, te mostramos nuestro respeto, honramos tu memoria, y estamos seguros que Ramón y Cajal estaría muy orgulloso de ti y, quizá con una ayuda como la tuya, juntos hubieseis descubierto el apasionante secreto de la vida mental.