Opinión
Por
  • CECILIA VIÑUALES

Larga vida a Jorge Arazo, mi amigo del alma

Es imposible expresar con palabras lo que, precisamente éstas, son incapaces de expresar. Por eso te pido perdón, mi buen amigo. Perdón por mi torpe y temblorosa pluma. Perdón por intentar hablar cuando no hay nada que decir.

He encontrado en el silencio el grito más fuerte para llamarte. Y el único sitio donde encontrarte. Y te encuentro vivo. Muy vivo. Porque estás lleno de vida dentro de mí.

Eres vida. Y eres libre.

Libre para volar por el cielo montado en tu moto. Libre para recorrer el mundo entero desde las alturas. ¡A cuántos lugares planeamos viajar! Sé que éste no ha sido tu último viaje, sino el primero de tu nueva vida. Disfrútala, tanto como la primera.

En todo este tiempo hemos viajado, cenado, bebido, reído... Han sido menos años de los que me gustaría. Pero han sido.

No conozco el misterio de la vida. Ni mucho menos el de la muerte. Pero estoy segura de que si te han llamado de los cielos es porque se necesita a alguien sensato para manejar los hilos de este mundo de locos en el que vivimos. No sé si querrás arreglarlo. El mundo, digo. Conociéndote, lo mismo prefieres divertirte contemplando el disparate desde arriba. En cualquier caso, nadie mejor que tú para hacerlo.

Hasta siempre, hermano.