Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Medidas imprescindibles sin basamentos sólidos

Ochenta y seis días después del inicio del estado de alarma, el Gobierno anunció ayer las condiciones que impregnarán las condiciones de vida de los españoles a partir de la finalización de la última prórroga, bajo el enojoso eufemismo de la "nueva normalidad", que en realidad significa que todavía no tenemos los basamentos para la tranquilidad, que no se aportan argumentos científicos sólidos (no los hay porque la propia Organización Mundial de la Salud sigue dando palos de ciego) y que existe el temor de rebrotes puntuales e incluso de alguno más serio presumiblemente para otoño. Esto es, metro y medio de distancia de seguridad, confusión en las condiciones del uso de las mascarillas obligatoriamente, dudas sobre cuáles de ellas son las que garantizan una mayor protección y traslado a las comunidades autónomas y a los municipios de la responsabilidad del control de la pandemia que sigue causando estragos en otros países del mundo, mientras en el nuestro todavía continuamos en tal marasmo estadístico que no hemos sido informados siquiera de una estimación de las bajas y de los contagios.

No es oportuna la desconfianza para iniciar la nueva etapa, pero el escenario ya no es de crisis, sino de realidad, y las inquietudes sobre la transparencia son interpretables y hasta inquietantes. A la espera de los muchos acontecimientos que vamos a padecer en los próximos meses, hemos de ser conscientes de que ahora tenemos en nuestras casas, en nuestras manos y en nuestros comportamientos la evolución del virus, salvo que efectivamente haya envejecido o se haya debilitado. Pero ni siquiera en tan sensible cuestión existe verdad inequívoca, ni siquiera en la respuesta ante hipotéticos ataques de las patologías. La vacuna o el antídoto es el sistema. El resto ofrece dudas.