Más conocimiento para las crisis

Dogmatizar con la tecnocracia resulta tan inconveniente como la inquietante escasez de perfiles profesionales determinados en las instituciones, léase del mundo de los emprendedores. En la política, son necesarias habilidades específicas de esa materia, como se ha constatado en multitud de ocasiones, entre las que se encuentran la oratoria, la dialéctica y la ética, lo cual no significa que sus señorías estén dotadas con todas ellas, o que la atribución de responsabilidades en la partitocracia contemple los méritos y los conocimientos como factor básico para la selección de los equipos. Pero siempre, y más en las coyunturas críticas, se precisan expertos cuyo currículo sea, acompañado de la libertad de criterio y de acción (lo contrario es nombrar "floreros"), no sólo un aval para la toma de decisiones idóneas, sino además una demostración de que no imperan los caprichos sino el rigor.

Con la crisis del coronavirus, hemos vivido algunos periodos inadecuados como la elección de un presunto comité de emergencia supuestamente conformado por sólidos especialistas en torno a los cuales la opacidad derribó la presunción de habilidades que les hubiera acompañado a la luz pública. En Francia, la reconstrucción económica se ha reforzado con perfiles como premios Nobel junto a solventes gestores. Y en Aragón se ha puesto en marcha, con transparencia debida y explicitación de la hoja de servicios, el comité de expertos autonómico para la pospandemia que asesorará sobre los pasos para la recuperación económica y social, en una combinación de formaciones humanísticas, técnicas y científicas. Nadie está dotado de la infalibilidad, pero este proceder, nuevamente puntero en el intrincado contexto nacional, entrega al ciudadano una dosis de confianza.