Opinión
Por
  • CARMEN TOMÁS

Alto y claro

Hace semanas que empresarios grandes, pequeños y medianos vienen reclamando al Gobierno planes serios para reactivar la economía, muy dañada por el cierre prácticamente total decidido por la pésima y tardía gestión de la pandemia. Desde el principio de la crisis, empresarios y autónomos vienen pidiendo a Sánchez medidas laborales, fiscales y liquidez. El Gobierno ha anunciado muchas cosas, muchas veces, pero no ha ejecutado hasta el momento casi nada de lo prometido y algunas de las cosas que ha puesto en marcha se han hecho mal. Una de las cosas que más quejas ha provocado, porque ha conseguido que se retrasaran y que colapsaran la Administración, es la descoordinación y la inmensa burocracia. El ejemplo más claro son los ERTE. Aún hoy, muchos trabajadores no han cobrado, miles han cobrado más de lo debido y se sigue discutiendo hasta cuándo deben extenderse y en qué condiciones.

Los autónomos han sido otra de las víctimas. Se han ido corrigiendo errores sobre la marcha hasta crear una maraña que ha hecho muy difícil para cientos de miles seguir adelante. Pero, ha pasado lo mismo con las empleadas de hogar, que aún no han visto un euro de las ayudas prometidas, o los préstamos para pagar el alquiler o los avales del ICO para obtener liquidez o el dinero para las Comunidades Autónomas, que ya se ha anunciado tres o cuatro veces y aún no se ha liberado el dinero. Muy al contrario, durante estos meses se ha generado desconfianza e inseguridad jurídica poniendo encima de la mesa la derogación de la reforma laboral, la subida de impuestos, la creación de algunos nuevos y sobre todo las disputas entre ministros que casi todas ha acabado ganando Podemos, lo que equivale a aumentar el gasto público, la deuda y el déficit. Y, quizá no precisamente en lo que la economía necesita.

La Cumbre Empresarial que se celebra estos días es el grito unánime de los que crean riqueza y puestos de trabajo. Los empresarios le están diciendo a Sánchez que no se les puede dejar.