Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Hagamos nuestro manual de instrucciones

Lo que se viene a llamar poscovid-19 es como la paternidad o la maternidad, pero sin experiencia ni antecedentes de orientación: no viene con manual de instrucciones. Incluso los apriorismos se desmoronan: ayer mismo, el ministro Illa, siempre -o casi- prudente, afirmaba que no está claro que el calor sea enemigo mortal del virus, porque hay países muy cálidos donde la cifra de expansión es importante. Nos asalta, incluso, las dudas sobre el grupo sanguíneo o sobre la dosis capilar, disparados como están los estudios de todo pelaje y condición, y la esperanza se congrega en las investigaciones sobre vacuna y antídotos, que ahí sí parece que hay avance.

Pero la verdad es que, fuera ya de estado de alarma, no disponemos de un manual de instrucciones ni siquiera tan farragoso como el de determinados electrodomésticos, y nos tenemos que ir haciendo nuestra guía de conducta frente a los titubeos de la OMS, del Ministerio de Sanidad o de las comunidades autónomas, y ante las rápidas rectificaciones, por ejemplo sobre la seguridad en Barajas.

Ante tanta inquietud, desconocimiento y carencia de certezas, sólo podemos vencer la desconfianza con nuestro libre albedrío, el que nos conduce bajo la manta de la responsabilidad a los comportamientos que nos protejan. Los brotes que han conllevado el paso atrás a la fase 2 en Bajo Cinca, Litera y Cinca Medio señalan el camino más conveniente, que no es otro que el de la paciencia. Si las fiestas patronales han quedado suspendidas hasta finales de septiembre, es por la sospecha profunda de que las aglomeraciones multiplican el riesgo, tanto como lo minimizan las actividades al aire. Y, sobre todo, que la distancia social es tan irrenunciable como el escudo protector de la mascarillas. Tiempo habrá de abrazos.

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