Opinión
Por
  • RAMÓN RALLUY

Unidad y compromiso

Altos dignatarios y dirigentes de nuestra nación promulgan y aconsejan unidad. Unidad de actuación, unidad de criterios y unidad de colaboración. Más o menos lo que creemos la inmensa mayoría de la ciudadanía y, sin embargo, nuestra clase política va en otra dirección.

Es patético ver el escándalo montado en el congreso de los diputados, evocando hechos que, si han hecho historia para bien o para mal, no viene a cuento, el enzarzarse, en vez de ir a lo importante y acuciante que tenemos encima y que nos viene detrás.

Hemos entrado en una gran tormenta, sanitaría y económicamente y a ello debemos prestar atención prioritaria, no sirve o no vale en estos momentos, los escarceos, que no son precisamente amorosos, sino todo lo contrario. Tenemos que templar nuestros impulsos y reaccionar con la sobriedad necesaria para reconstruir lo dañado y alimentar el espíritu conciliador que todos debemos llevar dentro para crear un ambiente que aglutine todos los poderes, propiciando el trabajo por el bien de toda la ciudadanía española.

Hay que delegar, no cabe duda, para que llegue al ciudadano, una mejor y más ágil prestación de las necesidades, que necesita todo individuo y colectivo, pero lo que no es de recibo, que a las personas se les desatienda por intereses políticos nada convincentes. La transferencia de poderes creemos que se hizo para este fin, no para inflar las administraciones de funcionariado y competir con la administración central.

El ser o no ser en la vida, es motivo de continuas alertas para no caer en tentaciones demasiado fáciles para que sean producto de bienestar o de felicidad a la que todos añoramos. Por ese camino, que debemos encontrar, seremos más útiles, más creativos y más humanos.

Deberíamos cultivar el poder de la mente apoyándonos en sugerentes lecciones, de grandes hombres y mujeres, con mentes positivas como la de un importante científico. La mente es como el paracaídas, solo funciona si está abierta.