Opinión
Por
  • ARLETTE ALEGRE BERNUÉS

Sumar... o no

Nunca me ha gustado que me enmarquen. Que dividan mi espacio. Que me encuadren. Que me engloben en una estadística meridiana. Que me cuenten. Que me atrapen con ondas. Que me controlen. Prefiero pensar que mi mundo, imaginario como mi pensamiento, no tiene límites. Y ahí es dónde me asola la claustrofobia. Inevitable. Admiro la precisión de los cuadrados espacios dibujados en la playa para los triunfadores del madrugar, empalmando noche y amanecer, por un voraz desafío. Y me sumerjo en un mundo de duelos a espada. De pistolas trucadas y de pasos mal contados. Los áureos tienen cala propia. Miro, que no veo, la disposición de las mesas en los veladores, para presuntos búhos del jugar al despiste. Compruebo, la distancia de las gentes en la cola del supermercado, blindada por mil ojos expectantes: Fronteras infranqueables. Me aparto, con un respingo, cuando alguien pasa demasiado cerca de mí, donde sea, como sea... por lo que sea. Y mi cabeza, pletórica de imbuidos gráficos estructurados, de medidas estridentes, de geometrías de supina regularidad, de prohibiciones con puntiagudas espadas de Damocles en ristre... se rebela, pero se achanta. ¡Ay, era de las tecnologías... del control sobre las masas! Del chip mental, cuyo espacio ya hemos obviado, para ser instalado, definitivamente, en nuestra mal usada cápsula cerebral. Los sabios afirman que sólo usamos un 10% de nuestra capacidad mental... ¿Será que el resto no es cuantificable Estadística, como todas: Ciencia manejable a placer... del usuario que se precie.