Opinión
Por
  • LUIS GARCÍA NÚÑEZ

El cambio

La necesidad misma de un cambio hacia la realidad, nos tiene que llevar a plantearnos la obligación de enderezar el rumbo de nuestras potencialidades internas, adormecidas tal vez por la ensoñación o la incapacidad del momento de ver con claridad lo angosto del camino y lo estrecho de la puerta que conduce al compromiso.

Nos adentramos en la profundidad de nuestro ser, donde hallamos el mundo del recogimiento, donde el silencio es palabra de conocimiento. Es el terreno de la realidad espiritual, desde donde se despierta para el inicio del trabajo hacia la materialización del bien hacer. A la postre vendrá a ser, el fruto de nuestro trabajo.

Bruno Groning, ya nos invita precisamente a entrar en ese interior nuestro donde está ciertamente el conocimiento, y con él lo bueno, que es lo mismo que estar en la antesala que conduce al Padre. Solo desde el bien, debemos aspirar a comprender la verdadera obra del Creador. Es poner ya en marcha el mecanismo de lo que sabemos que tenemos que hacer. Ya no sirve lo intentaré, porque eso es aplazar el logro que necesitamos. Hay que hacerlo.

No es coherente validar nuestro trabajo, si no tiene una proyección positiva hacia fuera. Lo mismo que habrá de tenerla hacia dentro. Algo así como la correspondencia del árbol, que en igual medida crece hacia arriba, dando el fruto alimenticio que en él buscan otros seres, como así hacia el fondo de la Tierra, donde busca su alimento. No seamos presencia de una higuera verde, frondosa y muy bonita, pero carente de fruto cuando te acercas a ella, convirtiéndose así solamente en un árbol engañoso..., sin fruto bueno.