Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Un rejón a la temporada turística

Aparecer en todos los medios de comunicación nacionales por una noticia negativa repercute desfavorablemente en la proyección de un territorio. Que, de paso, irrumpan esos instrumentos especialmente acogedores de frivolidad e inexactitud como son las redes sociales engendra un espectro turbio que, aun no correspondiendo imprescindiblemente a la realidad, propicia daños en la línea de flotación de los afectados. Más allá de la constatación de que en muchas televisiones tienen graves dificultades para colocar adecuadamente Huesca y Zaragoza, incluso para contar el número de provincias aragonesas, que es motivo de mofa y befa por tierra, mar y aire, el retorno a la fase 2 "flexibilizada" de las dos capitales ha dado un rejonazo a la ya de por sí convulsa temporada turística de nuestra comunidad. Si el panorama era complejo y requería una composición casi de cubo de Rubik para cuadrar los resultados en las habitualmente pequeñas estructuras empresariales del sector, la nebulosa de confusión que se crea en estos tiempos donde la incertidumbre es la reina hunde una losa difícil de levantar. Una actividad con aforo limitado, sin fiestas, con reuniones prohibidas y ayudas insuficientes.

No es de extrañar el enojo de quien pesa un 20 % en la economía altoaragonesa. Si conviene comprender la delicada toma de decisiones de las autoridades, las administraciones han de empatizar con quienes abren la persiana cada día rodeados de más incógnitas que certezas. Los argumentos de la última determinación se antojan discutibles, quizás porque el equilibrio entre la transparencia y la serenidad arroja un limbo más propio para dudas que para la seguridad. La prevención es imprescindible, pero los efectos han de ser calibrados. Preguntas sin respuestas inmediatas.

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