Opinión
Por
  • MODESTO ARJONA ORTIZ

La pintada

"Cabrones". Así, como suena. Sin prólogo ni epílogo. Esta gamberrada, en letras grandes y en negro permanente, lleva más de cuatro meses en la trasera lateral de la catedral de Huesca. Como paso a diario por ahí, informé al Museo Diocesano que, diligentemente, lo puso en conocimiento del Cabildo Catedralicio y este, a su vez, lo comunicó al Ayuntamiento para que se procediese a su limpieza. Hasta hoy...

No sabemos si por la devoción del Cabildo por San Puño Prieto o porque el Ayuntamiento considera que le corresponde a limpiezas San Pedro, lo cierto es que se ha dejado para después de almorzar. Mientras tanto, en la disputa de si son galgos o podencos, muchos turistas que nos visitan se llevan en sus móviles un recuerdo del descuido con que la ciudad trata a su principal atractivo turístico; imagen que, por otra parte, en un minuto pueden estar viendo en Madrid, El Cairo, Berlín, Calcuta, Canberra, Nueva York o Loporzano.

La pintada es fea e hiriente tanto por razones religiosas como estéticas. El responsable es, evidentemente, el imbécil que la hizo, pero después de cinco meses hay ya responsabilidades sobrevenidas, tanto del Cabildo Catedralicio como del Ayuntamiento. La concejala puede hacer un llamamiento al turismo interior y a que se visite la ciudad, y el Cabildo puede sacar el Santo Cristo de los Milagros a la puerta, pero que después de cinco meses eso continúe así, es un indicador de desidia y abandono. Y ahí sigue, al menos en el momento en que se envía esta carta. Respetuosamente...