Opinión
Por
  • JIMENA SÁNCHEZ CALDERÓN

Primera impresión

En el cada vez más complicado mundo laboral de hoy día -indiscutiblemente- la valía personal y la profesional alcanzan las cotas más altas.

Pero, al mismo tiempo, al ser "esclavos" de una sociedad desenfadada y posiblemente en exceso superficial, existe otra catalogación complementaria sobre la persona -basada única y exclusivamente sobre su "fachada", que deja una huella imborrable y a la que denominamos "primera impresión".

Así, en cualquier entrevista de trabajo que se precie, no solo entran en juego ante el interlocutor -entre otras- las capacidades y experiencias del aspirante al puesto, no, sino también su propia conducta, su manejo del espacio, su vestimenta, su forma de sentarse y de actuar, así como un montón de cosas más, que son las que constituyen ¡ojo¡ su auténtica y verdadera carta de presentación frente al mundo.

Y es que, pese al popular dicho que reza "las apariencias engañan", advirtiendo que algo o alguien puede no ser lo que parece, el primer impacto visual proyectado es nuestra principal herramienta, pudiéndonos conducir al éxito más rabioso o, por el contrario, a cavarnos nuestra propia fosa con el más sonoro de los fracasos.