Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La levedad y la irresponsabilidad en montaña

Si en las urbes los contagios se han disparado ante una especie de carrera alocada e inconsciente por recuperar espacios de ocio sin tener en cuenta la amenaza latente y patente del virus, en la montaña el banderazo de salida también está propiciando una sucesión de disparates que se salda con una desmesura en la exigencia a los grupos de rescate de la Guardia Civil y otros profesionales y voluntarios que se emplean a fondo para salvar la integridad de tantos accidentados. Tanto en un caso como otro, la falta de reflexión induce a unas sobreactuaciones que no sólo repercuten en la propia seguridad, sino que comprometen la de los agentes y, además, redundan en una mayor ocupación hospitalaria en un tiempo en el que hemos de ser consecuentes para evitar las vivencias terroríficas de meses atrás.

El cariz que está tomando el relato de la actividad de la Guardia Civil ha motivado que el propio cuerpo y la Subdelegación del Gobierno hayan pronunciado una llamada de atención en la que reinciden en la pedagogía de las grandes líneas que todos los practicantes de deporte al aire libre deben contemplar: la información sobre las condiciones del medio natural, el equipamiento apropiado para la modalidad que se va a ejercer, la idoneidad de acudir a la montaña en compañía, la comunicación de los movimientos a personas allegadas, la adecuación a nuestras facultades físicas, técnicas e incluso anímicas, la disponibilidad permanente de las nuevas tecnologías, la prudencia a la hora de definir los objetivos pensando que hasta el último metro no existe garantía de tranquilidad y el uso en caso necesario de los teléfonos de emergencia. Pero la recomendación fundamental es querer y quererse como punto de partida para huir de los peligros, todos ellos innecesarios.

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