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  • Diario del Altoaragón

Agarrarse al clavo del mercado exterior

Corren tiempos difíciles. A pesar del voluntarismo ficticio de alumbrar esperanzas que, en caso de incumplimiento, se pueden convertir en frustraciones, la realidad es que el desplome de las economías occidentales, y con mayor incidencia la española, deben prepararnos para una coyuntura muy crítica. De hecho, el ciudadano entiende que, cuando la actividad se detiene durante un periodo tan prolongado, la recuperación camina a duras penas. La recesión en la que, de facto aunque no oficialmente, nos hallamos es muy distinta a la anterior, porque los detonantes no se parecen ni remotamente. Y también porque la incertidumbre, ese gran factor intangible pero con efectos patentes que suscita la parálisis del miedo y la desconfianza, no tiene en estos momentos fecha de caducidad. Depende de antídotos y vacunas, no de indicadores, de materias primas, de ladrillos o de reformas financieras.

De ahí que los territorios, las empresas y las personas han de estar preparados para presentar la batalla al desánimo y reconquistar escenarios de progreso. Y han de hacerlo utilizando todas sus herramientas. Con la demanda interna comprometida por la gran sima del PIB y el zarandeo a la EPA, las exportaciones son una forma de explorar mercados receptivos a la calidad de los productos y servicios de las compañías altoaragonesas. No sólo de las grandes, sino también de las pymes. Aunque el sector agroalimentario sigue siendo el predominante, como reflejamos hoy en el balance de los cinco primeros meses, los grupos químico, físico, siderometalúrgico, farmacéutico y de maquinaria ganan terreno y competitividad. Y, como resultado, nuestra balanza registra un incremento del 15 % en este tiempo mientras el entorno sufre severos retrocesos. Un buen clavo sobre el que avanzar.

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