A mis abuelos de Chimillas

Parece mentira cómo puede cambiar la vida en sólo cuestión de horas y cómo el culpable de todo es un bicho tan pequeño que ni siquiera somos capaces de verlo. Quería deciros que no voy a poder ir a cuidaros como cada tarde porque yo también estoy malito, pero os voy a pedir una cosa: que seáis fuertes, que luchéis como habéis hecho toda la vida, para poder volver a juntarnos cada tarde a comer un helado, a tomar un cafecito con leche o un zumo, a contaros esas leyendas del Pirineo que tanto os gustan... Os quiero mucho y os echo de menos, mucho ánimo y nos vemos pronto.